Durante décadas, cuando hablábamos de desigualdad educativa en Argentina, pensábamos en escuelas sin calefacción, en aulas superpobladas, en la falta de libros y en docentes mal pagos. Y aunque esos problemas siguen siendo urgentes, hay una nueva brecha silenciosa que ya empezó a crecer: la brecha tecnológica.
Y no se trata solo de quién tiene una notebook o acceso a internet. Es mucho más profundo. Se trata de quién entiende, usa y se beneficia de la inteligencia artificial y quién no. Esa será la gran línea divisoria del futuro.
De la desigualdad económica a la desigualdad digital y cognitiva
Hoy, un chico que aprende con herramientas de IA puede acceder a contenido personalizado, desarrollar pensamiento computacional, practicar idiomas con asistentes inteligentes o recibir feedback inmediato en sus tareas.
Mientras tanto, otro chico —a veces en la misma ciudad— sigue estudiando con fotocopias, sin conexión, y con un sistema que no reconoce su ritmo, ni sus intereses, ni su potencial.
Esa diferencia no se nota en una prueba escrita, pero va a explotar en el mercado laboral del mañana. Porque el futuro profesional ya exige habilidades que solo pueden desarrollarse si se trabaja desde hoy con tecnología aplicada.
La desigualdad ya no se define solo por lo que hay en la heladera, sino por lo que hay en la mochila digital de cada estudiante.
No es ciencia ficción: ya está pasando
Mientras países como Corea del Sur, Singapur o Estonia lideran el uso de IA en las aulas, en Argentina seguimos discutiendo si es "bueno o malo" usar tecnología.
El problema no es la tecnología. El problema es no tener una política pública clara, equitativa y ética sobre cómo aplicarla. Porque si no lo hacemos, el sistema educativo empezará a reproducir una nueva forma de exclusión: la de quienes no saben usar ni comprender la inteligencia artificial.
La respuesta no es prohibir: es formar y regular con inteligencia
Tenemos que dejar de tenerle miedo a la IA y empezar a entenderla como una herramienta al servicio de docentes, alumnos y familias. Esto implica:
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Formación docente obligatoria y continua en uso pedagógico de IA.
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Plataformas públicas con acceso gratuito, ético y transparente.
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Garantizar conectividad y dispositivos en cada rincón del país.
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Crear marcos legales que regulen el uso de datos, la privacidad y la equidad en el acceso.
Soy Federico González y quiero legislar para que la tecnología sea una aliada de la equidad, no una nueva forma de exclusión
Mi propuesta es clara: convertir la inteligencia artificial en una herramienta de justicia educativa. No podemos esperar a que la brecha sea irreversible. Necesitamos actuar hoy.
La educación argentina tiene talento, historia y vocación. Solo le falta decisión política para dar el salto que el siglo XXI exige.
📢 Si vos también creés que la tecnología tiene que achicar brechas y no profundizarlas, sumate a esta campaña.
Soy Federico González, y como candidato a legislador en CABA quiero llevar esta discusión al Congreso, para construir una educación que prepare a todos, no solo a algunos, para el mundo que viene.
Compartí este mensaje. Hablá de esto en tu comunidad. Porque el futuro no se improvisa: se diseña con ideas, datos y coraje.
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